¿Qué hay de cierto y qué no nos han contado en relación a este mito?
¿Qué hay de cierto y qué no nos han contado en relación a este mito?
“El despertar de la Kundalini, o la energía pránica enroscada en el primer chakra o chakra raíz, que asciende recorriendo todos los vórtices o chakras hasta llegar al séptimo o último. Cuando la energía kundalini recorre este séptimo chakra sucede algo mágico: la unión definitiva de “atma” (nuestra alma, el alma individual) con “Brahman” (el alma colectiva).
A través de prácticas como asanas, pranayama, meditación, mantras, bandas…se va iniciando y desarrollando este proceso.”
Me inicié en el kundalini yoga hacia el año 2003, hace ya 20 años. Ejercicios físicos o asanas, pranayama o ejercicios de respiración, bandas, que son combinaciones de ejercicios de respiración con contracciones o control del cuerpo. Realizaba ejercicios de concentración y meditación. Recuerdo con nitidez mi primera experiencia con el prana, con la kundalini. Mantenía unos ritmos de pranayama complicados, con proporciones en los tiempos de inspiración, pausa, alargaba la espiración, pausa…, estaba muy concentrado en las fosas nasales y las sensaciones del aire entrando y saliendo, las contracciones del perineo, el diafragma, visualizando y dando atención a cada chakra. Por un momento dejé de sentir el cuerpo físico y salté de forma espontánea a sentir un “nuevo cuerpo” como a unos 5 centímetros por fuera del mío. La respiración pasó de ser nasal a abdominal, “literalmente respiraba por el abdomen” en cuanto a sensaciones, y el peso del cuerpo desapareció. En mi experiencia salté de la dimensión física a otra dimensión no física.
Desde entonces he tenido una relación contínua con la dimensión no física, a través del Reiki, el Tai Chi, el Chi Kung, el masaje o la osteopatía sacro craneal, etc. En general he ido desarrollando la sensibilidad hacia la percepción de las energías no físicas, que son las energías espirituales.
He encontrado tres tipos, el Chi, el Prana y el Soplo Vital.
El Prana es la energía espiritual del cosmos, proviene del firmamento, de la bóveda celeste, e impregna a todos los seres vivos, impregna a las plantas también. Nosotros, los seres humanos absorbemos Prana a través de los chakras.
No hay que ser oriental para tener chakras, ni saber que los tienes para tenerlos o que se activen. Van unidos a una “conciencia”. La conciencia espiritual, la fe, la creencia, la mística, el naturismo, el chamanismo, la meditación, la oración, etc.
Las tradiciones religiosas monoteístas por un lado o las orientales politeístas por otro, las tradiciones chamánicas de todo el mundo, tanto las mesoamericanas como las siberianas, las amazónicas o africanas, como las aborígenes australianas. La conciencia cósmica, de unidad, con la presencia de un “creador”, es común.
Todas tienen en común el Prana, como vehículo espiritual y de información.
Así nuestro cuerpo se impregna de prana y nuestro cerebro también. Desarrollando esa conciencia común, conciencia tribal no competitiva, de unidad entre todos y de unidad con el cosmos, la creación, la naturaleza y el creador.
El mito de kundalini es el mito del despertar espiritual, del encuentro con el mundo invisible, de la iniciación, la llamada de la fe. Es la aparición de la conciencia del Prana.
¿Y dónde estamos antes del despertar?
Nos encontramos en la conciencia racional, en la lógica, la filosofía, el pensamiento científico, la conciencia del mundo sensorial físico, el mundo irracional también con sus pasiones que escapan del control racional.
Habitamos en la CONCIENCIA TRIBAL COMPETITIVA, hasta que saltamos a la CONCIENCIA TRIBAL NO COMPETITIVA.
O dicho de otro modo para el que entiende y tiene percepción del mundo invisible no físico. Tenemos predominio del Chi (energía Solar), hasta que se activa el Prana (energía cósmica) y despertamos espiritualmente.
Mientras habitamos en la conciencia tribal competitiva, estamos en un entorno de dinámicas sociales basadas en competir, en admirar al líder, basadas en conseguir logros con los que poder mostrarnos ante los demás. El individuo tiene que destacar, ser el centro de atención, reclamar la admiración de los demás, compararse, ganar, o ser más es importante, es un motor de motivación.
Entonces, ya sea a través de la iniciación de tipo oriental (meditación, etc.) o en la occidental (oraciones, llamada de la fe, ejercicios espirituales, etc.) o ya sea en la ancestral naturalista (ritos chamánicos con o sin toma de plantas sagradas enteógenas), se produce el salto místico a la conciencia tribal no competitiva, en la que no se busca competir, se busca la conciencia de unidad, de gran hermandad de seres.
En algunos casos se produce un salto total, y la persona abandona su mundo tribal competitivo, abandona sus puntos en común con la sociedad de la que formaba parte y cambia su vida material por la austeridad y la espiritualidad. No siempre se abandona físicamente la sociedad para vivir en entornos aislados.
En otros casos se hace compatible la vida dentro del entorno social competitivo, al que se trata de aportar luz espiritual. No se abandona la tribu, pero se sustituye la tensión social del competir por la calidez del compartir.
En la profundidad de la mente también podemos ver que se oscila entre arquetipos característicos de ambas conciencias.
La conciencia solar tiene dos arquetipos predominantes: el guerrero y el jefe.
La conciencia cósmica tiene dos arquetipos predominantes: el sabio y el buscador.
Podemos observarlos en estado más puro cuando vemos a JEFES duros en puestos políticos o en las empresas, o cuando vemos GUERREROS en el mundo del deporte o la mayoría de los trabajadores del día a día o en los puestos militares.
Por otro lado vemos BUSCADORES espirituales de distinta naturaleza, desde los eremitas, los peregrinos, los que se retiran en los centros espirituales, etc., y también vemos a los SABIOS, a los gurús que imparten sus descubrimientos, sus encuentros místicos a sus fieles, los imanes, los sacerdotes, los maestros orientales.
También podemos verlos combinados, es muy popular el arquetipo del guerrero espiritual, guerrero buscador y el gran sabio jefe de la tribu.
Hasta aquí todo parece estupendo, nos encantan los grandes personajes idealizados en las historias, leyendas y películas. Aquel que ha pasado por su iniciación y su proceso de despertar espiritual está encantado de haber dejado atrás sus ataduras sociales, competitivas, de apariencias y demandas de la sociedad material. Se encuentra a salvo en su retiro interior, en su pequeño templo, o en su templo compartido con su tribu de buscadores, cuidados por sus maestros espirituales.
Pero, y si bajamos al barro, sacamos la lupa y ponemos a prueba al Prana, a esta fuerza espiritual tan adorada y querida, tan llamada en la meditación y ahora en el mindfulness, tan solicitada en las oraciones y en los libros sagrados.
Llevo haciendo esa tarea muchos años, poniendo la lupa en los efectos sobre el cuerpo y la conciencia de las fuerzas invisibles, del Chi, del Prana y de la que nadie habla ni parece conocer de verdad, el Soplo Vital (me ocuparé de ella en otras entradas).
El “bendecido” por el Prana no entiende en realidad las fuerzas espirituales. El Prana brota del cosmos y es absorbido a través de los chakras, lo que genera un estado de “dependencia vital espiritual”. Energía e información absorbida y aceptada sin dudar, dependencia y control. El Prana nos aleja de la autonomía espiritual, y nos pone en el lugar del feligrés, del adepto, del buscador, del receptor. Nos pone en un lugar en el que siempre hay un figura de autoridad, de control por encima de nosotros. Nos somete.
Aunque el buscador o el sabio no lo perciban así, pues ellos se sienten tocados por la energía divina, se sienten llamados a ser dioses, pues son parte del “creador” y de la “creación”. Están atrapados por ese “encantamiento divino”.
Lo que no se ve, y no sucede hasta que conoces bien la relación entre el Chi y el Prana, y la relación de éstos con el Soplo Vital, es que el Prana es portador, vehículo de distintas enfermedades, de alteraciones de la biología física, es decir del cuerpo.
No quiere decir que suceda de forma sistemática en todos los casos. Me voy a referir a las situaciones que yo si he podido comprobar y estudiar de primera mano, en las que el prana, como vehículo de energía e información, ha sido el impulsor, la mano escondida detrás de:
· Alergias de todo tipo. Polen, ácaros y alimentos.
· Escoliosis. Especialmente aquellas muy acentuadas que se inician entre los 12 o 14 años.
· Obesidad
· Alteraciones cutáneas, eczemas y urticarias.
· Asma
· Hipotensión, anemia.
· Glaucoma
· trastornos endocrinos/hormonales
· Fibromialgia y miastenia
· Enfermedad de Lyme
· Tiroiditis
· Disfunciones órganos sexuales
· Esclerosis múltiple
Para poder entender esta relación, tendremos que entender la relación entre espíritu, mente, prana y cuerpo. Cómo forman una cadena de comunicación entre la información que proviene del cosmos hasta su difusión por el cuerpo, y la interpretación y transformación a través de los genes.
Son muchas cosas las que todavía nos quedan por entender del cuerpo y su energía, y muchas también las que nos quedan por descifrar en relación a la dimensión espiritual.
No se trata de culpar al Prana. Se trata de ir encontrando su sitio en el camino de la persona hacia su identidad, y su camino hacia el Soplo Vital, que es el gran desconocido de la ecuación. Vivimos en un gran laberinto de confusión, de ilusión y de distorsión de la percepción, y es un reto complicado de resolver, pero no hay que renunciar a resolverlo.
El “despertar espiritual” puede ser un paso hacia saber quiénes somos o un agujero en el que estancarnos y quedarnos a medio camino. Hay que estar atentos, siempre hay que estar atentos.